Siempre lo he creído y días como el de hoy, hacen que este plenamente convencida. Una, cuando educa en la escuela y enseña, no es algo que quede en el olvido. Esos locos bajitos a los que enseñamos desde el corazón, un día crecen, se convierten en hombres y mujeres que dirigirán y lucharan en esta sociedad, y un día, te los encuentras, desde que los tuviste cuando eran muy muy chicos, y te reconocen. Ése momento, te llenas de ilusión y orgullo, y lo piensas: Me gusta mi profesión, me gusta lo que hago.
Gracias por dibujarme una sonrisa en días nublados.
Fuisteis mis niños "pechineros" y allí comencé a ser maestra.